¿Quién
construyó Tebas, la de las Siete Puertas?
En los
libros figuran sólo los nombres de reyes.
¿Acaso
arrastraron ellos bloques de piedra?
Y Babilonia,
mil veces destruida, ¿quién la volvió a levantar otras tantas?
Quienes
edificaron la dorada Lima, ¿en qué casas vivían?
¿Adónde
fueron la noche en que se terminó la Gran Muralla, sus albañiles?
(…)
El joven
Alejandro conquistó la India. ¿El sólo?
César venció
a los galos. ¿No llevaba siquiera a un cocinero?
Felipe II
lloró al saber su flota hundida. ¿Nadie lloró más que él?
Federico de
Prusia ganó la guerra de los Treinta Años. ¿Quién ganó también?
Un triunfo
en cada página. ¿Quién preparaba los festines?
Un gran
hombre cada diez años. ¿Quién pagaba los gastos?
A tantas
historias, tantas preguntas.
“Preguntas de un obrero que lee”, Bertolt Brecht.
La ciudad
duerme y las luces se encienden. La noche es un nuevo mundo que se abre cada día.
Letreros luminosos, bambalinas, puertas de bronce. Adoquines legendarios donde
pisan las estrellas, los protagonistas, las caras visibles de las grandes
obras. Señoras paquetonas de peinados con mucho spray y los pibes que buscan
refugio en el arte. Colas, autos, bocinas. El obelisco de fondo completa un
paisaje casi de postal, si no fuera por los mendigos que buscan la moneda para
el pan. Cuando la ciudad duerme, se enciende la calle corrientes.
-
¿Sabes qué, Laucha? A veces pienso
si en vez de estar acá arriba, viste, estuviéramos ahí abajo en esas tablas de
madera… todo oscuro… ¡Imaginate! ¿lo ves? ¡¿lo ves!? La gente mirándonos con
los ojos así de grandes… ¡Así! ¡Mirá!
-
¡Pará, huevón! ¡Qué me tocá’ así
lo’ ojo’! dejá de decir boludece’, queré…
-
No, ¡Lauchita!, es un sueño que yo
tengo siempre ¿sabés?
-
¿Un sueño de qué? ¿De qué me habla’
vo’?
-
¡Un sueño, Laucha! ¿Vos nunca soñás
antes de dormir? Con los ojos abiertos digo, no los sueños de cuando se duerme.
Cuando volvemos y ya es de día. O acá mismo, cuando ponemos los fierros. Soñar…
¡soñar, Laucha! Soñar es…
-
A vece’ me imagino a la Ester en la
ducha…
-
¡Pero no digo eso, che! ¡Los sueños
que lo hacen a uno sentirse libre!
-
Yo ahí me siento libre, porque si me
pesca la Laura, ¡mamita!
-
Hay que imaginar, Laucha, vos
escuchame a mí, che. Yo siento que sin ilusión no tengo nada, no quiero pensar
en estar toda la vida subido a esta escalera, conectando cables, poniendo
fierros…
-
Y bueno, qué queré’ vo’... ¡es lo
que hay! ¡no queda tiempo de pensar!
-
¿Pero vos pensaste alguna vez…?
-
No tengo tiempo de pensar.
-
Pensaste que acá arriba este cartel
luminoso va a brillar todas las noches siguientes, harmosos. Desde los autos
caros lo van a mirar, les va a sorprender, van a creer que están en la ciudad
del progreso, como esas fotos que muestran de las grandes ciudades…
-
Sí, esa’ la’ vi, ¿y?
-
¿Bueno y quién se acuerda de
nosotros que laburamos toda la noche para colgarlo? ¿Quién nos juna, Laucha?
-
Nadie, Vitor.
-
¡Y por eso!
-
¿Por eso qué?
-
¡Uh, Laucha! ¡Sos duro, eh! ¡Que
tendríamos que ser actores nosotros dos!
-
¿Te volviste loco, Vitor? Yo sólo
puedo actuarle a la Laura cuando…
-
“Victor y el Laucha, los locos de
los techos” con letras bien grandes…
-
¡El burro adelante pa’ que no
espante!
-
¡Que harmoso, Laucha! Una comedia…
con chicas pomposas, todas así bien carnosas…
-
Uhm…
-
¡O un drama! Y hacemos llorar a las
minas hasta que se les arruine todo el reboque de la cara… ¡Ahí sí que nos
prestarían atención, Laucha!
-
¿Quiene’?
-
¡La gente, Laucha!
-
Pero ganaríamo’ do’ peso’, Vitor,
sabe’ qué, la Laura…
-
¡¿Qué importa eso?! ¡Nos buscamos
una changuita más! Además los actores de la tele, se ve que se dan la gran
vida…
-
Qué vivo, vo’ no va’ a poder llegar
a la tele…
-
¿Qué sabés? Igual yo hablaba de
otra cosa
-
¿De qué cosa?
-
¡Uy, Dios!
-
Que aunque estemos acá, trabajando
para el patrón, hay que desear otra cosa, hacer algo que no guste más, cumplir
un sueño…
-
¿Y para qué, si igual seguimo’ acá?
-
Porque Laucha, no entendés, si
empezás por pensarlo, eso te da libertad en la capocha… Y cuanta más libertad
en la capocha, ¡más libres somos como personas! ¡Ahí está lo resolví!
-
¿Qué resolviste?
-
Lo que estuve pensando estos días
-
¿Y qué pensaste?
-
¡Dale, Laucha! ¡Cortala de ser tan
boludo, querés! ¿No te das cuenta que así no somos libres? No podemos viajar a
donde quisiéramos, pasamos toda la noche acá mientras nuestras mujeres y los
pibes duermen, y cuando ellos se despiertan nosotros tenemos que dormir, y todo
el esfuerzo para igual llegar con lo justo a fin de mes, nunca poder ir al
cine, al teatro, a ver fútbol, todos los días uno igual al otro, ¿para qué,
Laucha? Si toda la plata se la lleva él. A nosotros nos deja el cansancio, las
manos cortadas, los músculos de la gamba doloridos de estar acá arriba… y
siempre la angustia de sentirse un pobre más…
-
Puede ser, Vitor, puede ser que
tenga’ razón, nunca lo había pensado así…
-
Vení, Lauchita, no pongas esa cara,
¡dame un abrazo!
-
Ey, salí vo’…
-
Dale, Laucha querida, que si
nosotros no nos queremos laburando acá tantas horas, nos comen los de afuera,
como dice el refrán… ¿cómo era?
-
No sé
-
Bueno, no importa, ¡escuchate cómo
canto este tema de los Redondos que me encanta! ¡Canta conmigo, Laucha! ¡Que
nos escuchen hasta abajo!
-
¡Alta banda esa! ¡Bien ahí, Vitor!
-
Banderas
en tu corazón,
yo quiero verlas!
ondeando, luzca el sol o no
Banderas rojas! Banderas negras!
de lienzo blanco en tu corazón…
yo quiero verlas!
ondeando, luzca el sol o no
Banderas rojas! Banderas negras!
de lienzo blanco en tu corazón…
Esperando allí nomás,
en el camino,
la bella señora está desencarnada.
Cuando la noche es más oscura
se viene el día en tu corazón…
en el camino,
la bella señora está desencarnada.
Cuando la noche es más oscura
se viene el día en tu corazón…
Yo sé que no puedo darte
algo más que un par de promesas...
ticks de la revolución
implacable rocanrol
y un par de sienes ardientes
que son todo el tesoro.
algo más que un par de promesas...
ticks de la revolución
implacable rocanrol
y un par de sienes ardientes
que son todo el tesoro.
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