dos nenes sostienen una jaula entre las manos
revolean al jilguero, mientras corren en la calle artigas
un señor toma maté con su esposa
se afeita como corresponde y sale a la calle
chicos, van a matar al pichón, esa no es manera de jugar
se lo regalan al señor que les habla con voz fuerte y gruesa
no sabían cuán valioso era el pajarito
una jaula de madera en el balcón
la nieta muy pequeña del señor, lo mira con asombro
observa el amarillo, gris y verde
conoce lo que es una mascota
está aprendiendo a hablar, “toti” lo llama
el mejor repique es por las mañanas
un canto sostenido que despierta al barrio
canta como un loco, dice el señor con media sonrisa
un vendedor de coca-cola se lo quiere comprar
un aficionado a los pájaros lo quiere trocar por una camioneta
todas las tardes el señor y la nieta le dan juntos de comer alpiste
toti no se vende, toti no se cambia
muchos años de notas agudas y pitadas para el final
caricias con el dedo índice, horas de contemplación
charlas sobre pájaros y perros
la nena tiene nueve años
se va de vacaciones a mar del plata
el tiempo separada de su abuelo ya es mucho
quiere volver
se abrazan y se cuentan las novedades
pasó algo en este tiempo lejos, toti se voló
los días siguientes lo busca entre los gorriones que bajan a la puerta del edificio
mira por el balcón cada pájaro posado en el árbol, a ver cuál puede ser
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algo después comprendí el vuelo del jilguero
¿cuál es la metáfora de hoy para el vuelo que se acerca,
para la vida que se escapa?
¿si yo también pudiera volar, adónde iría?
¿si aún fuera esa niña
y alguien me dijera que mi abuelo se está por ir a volar, qué haría?
le daría todo el aire que tengo
aprisionado en el pecho
anudado en la garganta
cada uno de mis huesitos
que no me deje
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