Llegué a tu pueblo buscando un
poco de vos y de mí. Me lo sugeriste esa noche que te vi tan linda y contenta,
como quien se prepara para ir de visita donde hace mucho no va.
Esa ligazón con el pasado, los orígenes, linajes, la sangre
que corre por mi cuerpo, bombea el corazón, tira. En un afán espiritual, pero
también sociológico. Cuanto más hurgo en mi historia más entiendo quién soy.
Quiénes somos. De dónde vengo, adónde voy.
Pueblo expandido con la llegada del
ferrocarril, que aloja hectáreas que fueron premio de genocidas que aún hoy son
enaltecidos por la toponimia y las estatuas. Tan lindos eran esos campos, que
fueron elegidos.
Habrás corrido por esas callecitas de tierra cuando niña, tu
primer baile, la plaza, los domingos y qué más, me faltó preguntarlo.
Pasé por tu pueblo y te pienso despidiéndote de él como
tantas otras jóvenes que migran a la ciudad en busca de sueños. Habrás pasado
momentos difíciles, ya me han hablado de vos como la mujer luchadora que fuiste.
Imagino que la vida te supo recompensar.
Ahora entiendo más de tu sonrisa, vi otras tantas parecidas,
que confirman que ni los años ni las arrugas la pueden apagar. La muerte
tampoco. Sonrisa de labios gruesos. Las manías, los comentarios, los gestos.
Todo eso tuyo vive dentro de mí.
Historia valores principios ideales luchas pueblo guerras
revoluciones judíos cristianos. España, Argentina y Rusia. Sudamérica.
Latinoamericana. Bisnieta de inmigrantes. Soy esta mezcla que no ven, que no
entienden, mientras me quieran encasillar.
Llegué a tu pueblo buscando un
poco de vos y de mí,
y nos encontré.
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