Somos quienes soñando, hacemos que el sueño no se acabe.
La imagen, la materialidad, fueron preciosas. El pelo blanquísimo y los anteojos que enmarcaban esos ojos turquesas. Las manos tan arrugadas y suaves. Y el abrazo tan fuerte y cálido. Aros perlados, Rusia en la tonada, los zapatos duros. Siempre la ternura, la inmensa adoración, sin la necesidad de las palabras más que para alguna exclamación.
Será que, de vez en cuando, hay quienes andan revoloteando alrededor de nuestras almohadas. Recuerdo, invento y absurdo. Pasado, presente y futuro. Todo cabe en el inconsciente. Suerte que allí aún podemos encontrarnos.
La inmortalidad existe, y descansa en nuestras mentes.
2 comentarios:
No hay comentarios, pero este no es un relleno de consuelo.
Es utilizar el espacio para decir gracias por contemplar mis letras y leer mis palabras.
Gracias, porque mil visitas, mil lectores, le encienden el alma a cualquier intento de escritora.
¡Besotones agradecedores!
Sabrina.
Aca esta un comentario...
No es mucho pero es lo que hay. Me gusto parabrisa!!!!
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