Hay algo que aún no he dicho, que siempre queda por decir. Hay algo que no puedo soltar, y me aprieta la garganta, me anuda las manos. Hay algo que me acelera el pulso, el corazón. Algo que no quiere dormirse, para que no llegue mañana. Hay un lugar donde aún no pude llegar.
Hay una voz y un rostro que aún no existen. Un cuerpo que jamás toqué, con labios que jamás besé. Hay susurros no oídos, con sueños nunca vividos. Hay sitios de mí que aún no reinventé. Y siento ansiedad por vivirlo todo.
Hay inercia de abandonar, de escapar. De salir corriendo, de no volver. Inercia de gritar todo lo que pase volando por dentro, o por el lateral de la mente. Hay una incertidumbre que me genera inercia hacia el vértigo.
Hay disconformidades que tensionan mis sonrisas y no me dejan ver la luz. Faltan ventanas por donde pueda llegar el sol. Falta espacio para desplegar mis alas. Falta aire.
Me falta una voz y un rostro que aún no existen. Me falta un cuerpo que jamás toqué, con labios que jamás besé. Me falta a quién decirle lo que aún no he dicho, lo que siempre queda por decir. Me falta quien me lleve al lugar donde no exista lo que existe hoy en mi mente.