En este instante preciso:
Es tiempo de mirarnos a los ojos, de escindirme el corazón para regalártelo todo. Vuelvo con el cuerpo blando, la primavera nunca termina. Los prejuicios caducaron, sueño cada noche con lo hermoso de caminar juntos, tomándonos por la cintura. Te sujeto fuerte la mano pero sin apretarte, abro mis brazos para ti. Te escucho mejor, ya entendí que no importa el tiempo, ni cuánto, no debe haber miedo que me opaque. En este instante preciso quiero compartirte algún ocaso dorado y gris.
Pasa que las 22.07 es mi hora. ¿Crees en la permanencia que transita transversal al tiempo? La permanencia de los afectos implica que aunque no los veamos, siguen allí, no desaparecen. (Algunas veces olvidé el concepto).
Pasa que las 22.07 es mi hora. ¿Crees en la permanencia que transita transversal al tiempo? La permanencia de los afectos implica que aunque no los veamos, siguen allí, no desaparecen. (Algunas veces olvidé el concepto).
¿Será éste sueño noctámbulo el amor? Como si ha sido inventado de nuevo. De a ratos vuelto insatisfecho. De a ratos colmándonos las manos de flores, los pies de algodón, las bocas de chocolates, las mentes de revolución, los ojos de cartón. Y el corazón, ese órgano ya sui-generis, ya ni siquiera órgano sino metáfora, relleno de frambuesas rojas brillantes, como los labios que ya no besarás.
Rellename los huequitos en el alma que me dejan las siestas, las tardes de domingo, algunos vientitos nocturnos. (Por favor)