BREVE BIOGRAFIA

BREVE BIOGRAFIA

Sabrina Fischberg nació en una tarde de invierno, el 22 de Julio de 1985, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Socióloga, profesora, artesana, poeta y escritora, concibe a la literatura como una herramienta que libera y transforma. Realizó el primer taller literario en el año 1999 en su escuela secundaria, ORT Argentina. En 2009 participó en el “Taller de creatividad literaria”, a cargo del sociólogo y escritor Hernán Ronsino; y en el "Taller de escritura de cuentos", del profesor y escritor Ricardo Luis Santoni, ambos dictados por la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. En 2010 participó en un taller grupal de escritura narrativa y hasta el 2015 en el taller de creación literaria a través del correo electrónico “Palabra Virtual”, coordinados por la poeta Laura Yasan. Desde el 2008 publica poesías y relatos cortos en este blog. En 2010 publicó, junto a otros autores, la antología de cuentos "Matices.", Ed. CLM. De 2015 a 2018 publicó poesía en la revista “El Triángulo de la Merluza”. En 2019 trabajó en la publicación de su primer poemario con Laura Yasan y realizó un curso de corrección de estilo dictado por el INAP. En enero de 2020 publicó "barro para las monas de seda". Durante el aislamiento, realizó un adelanto de la presentación por YouTube hasta tanto se pueda realizar el evento (link disponible más abajo). Actualmente, continúa profundizando su formación con el "Taller de herramientas de las técnicas narrativas", a cargo de Virginia Feinmann.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Gris de ausencia, de encierro

Hay algo que aún no he dicho, que siempre queda por decir. Hay algo que no puedo soltar, y me aprieta la garganta, me anuda las manos. Hay algo que me acelera el pulso, el corazón. Algo que no quiere dormirse, para que no llegue mañana. Hay un lugar donde aún no pude llegar.

Hay una voz y un rostro que aún no existen. Un cuerpo que jamás toqué, con labios que jamás besé. Hay susurros no oídos, con sueños nunca vividos. Hay sitios de mí que aún no reinventé. Y siento ansiedad por vivirlo todo.

Hay inercia de abandonar, de escapar. De salir corriendo, de no volver. Inercia de gritar todo lo que pase volando por dentro, o por el lateral de la mente. Hay una incertidumbre que me genera inercia hacia el vértigo.

Hay disconformidades que tensionan mis sonrisas y no me dejan ver la luz. Faltan ventanas por donde pueda llegar el sol. Falta espacio para desplegar mis alas. Falta aire.

Me falta una voz y un rostro que aún no existen. Me falta un cuerpo que jamás toqué, con labios que jamás besé. Me falta a quién decirle lo que aún no he dicho, lo que siempre queda por decir. Me falta quien me lleve al lugar donde no exista lo que existe hoy en mi mente.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Nadie te espera, mujer

Yo que conozco tus manos y tus pies
siento el mismo domingo
me desespera por las noches la misma soledad.
Exploré cada poro de tu piel
lamí tus lágrimas
te protegí de la lluvia.

Yo que reí penas
lloré risas
crecí con tu tiempo
volví a mi propio sabor
fui la amadora que olvidé
soñé cada noche un nuevo amanecer.

Yo que no volvería a lastimarte
reinventaría caminos viejos
para andarlos con zapatos nuevos.
Yo que ahora soy mujer
aunque ya no me anime a decirte nada.

martes, 29 de septiembre de 2009

Si tus colores pudieran darle a mi boca una sonrisa otra vez

A menudo pienso en nosotros. Azul. Sobre todo estos días en los que me siento tan extinguida, con la garganta a punto de quebrarse. Estos días en los que el sol se pone bajo mis pies, y me faltan ventanas para verlo y un hueco en la pared por donde respirar. Violeta. Entonces pienso en cuando no quería ni contigo, ni sin ti. Éramos tan vos y yo, que no sé bien qué me sucumbió, hasta destruirlo todo. Rosa. Quise disociarme, y sin embargo, aún penden algunos hilos de todo aquello que aferramos. Hilos invisibles, que nunca vas a querer ver, pero que recuerdan la fuerza sobrenatural que nos anudó. Rojo. Se me desgarró el alma, cuando supe que no volvería a querer a nadie igual, y reconozco que ya nunca volvió a ser la de antes. Negro. Sé que las imágenes están añejas, desteñidas, de tanta agua que pasó. Sé sobre tus enojos, tu indiferencia intencionada, y también que llevas un dolor ajeno. Amarillo. Pero hay metáforas que no me dejan soñar sin volver a vos. Porque, quizás, todas mis poesías estaban en tu boca. Verde.

martes, 22 de septiembre de 2009

Remembranza en una bolsa vieja



"Por eso, cuando el tiempo hace resumen
y los sueños parecen pesadillas,
regresa aquel perfume
de fotos amarillas."J.Sabina


¿Dónde reflotan los recuerdos?

En los sueños.

¿En qué se materializan?

En los objetos.

¿Y con qué colores?

Con los de las fotos amarillas.

¿Dónde duermen?

En las almas de los que no saben caminar sin mirar atrás.

¿Y cómo se nos hacen cuerpo los recuerdos?

Cuando los comemos como chocolates.

(Lo más lindo de los chocolates es que no todos tienen el mismo gusto.)

domingo, 13 de septiembre de 2009

Únicamente absurda

De sobra supe la falta de horizonte
Pero el río inquieto olía a primavera.

Un pensamiento fugaz, preciso, sin retorno
Se pierde en la noche amplia y vacía.
Únicamente absurda,
No me sigues.
Más bien me dejas correr descalza
Sobre arenas ardientes brillantes.

Otro resplandor ya no quiere cegarme.
El pecho vulnerable
Que no puede estallar
Antes de volver a sentir
Otro amor que me erice la piel.

martes, 8 de septiembre de 2009

Las respuestas sobre Julia

(¿Aclaran u oscurecen?)


No es que Julia ya no quiera amar, ni que ahora sólo tema. No es que se haya vuelto una descreída, una existencialista incrédula, una resentida desilusionada.

Es que ya no quiere esperar, para no desesperar. Es que siente que ya no puede correr incansable y ciegamente hacia el amor. Sobre todo eso, ciegamente. No puede desvanecerse ante cualquier escena agradable, sin sopesar. (¿Estará muy metódica?)

Julia hace tiempo que ya no quiere creer en príncipes, ni en sus tipificaciones ideales weberianas. (Confesiones iterativas) Ahora quiere un amor terrenal, para volar y volver. Un hombre sin ropajes azules, tan sólo con un corazón a su medida.

Julia se asoma al balcón que no tiene, y siente en la brisa, que hoy ama al amor como complemento, y no como energía vital.

(Lastima que hasta cuando no lo desea, todo se le disuelve.)

viernes, 4 de septiembre de 2009

Julia se va - se queda


A penas le regalaron ese llavero, supo para qué lo usaría. Julia quería lucirlo orgullosa, cuando la acompañasen a la puerta de su casa. Jugar con él entre sus manos, mientras la despidan, en esa dialéctica del me voy – me quedo.

Una noche la besaron absorbentemente, luego de haber pasado largo rato charlando en forma amena. Venía sabiendo dulce e interesante. Hasta que recordó la última historia que nació de un beso tan compatible. Y bastó ese instante, para que el interés se le disuelva.

Así fue como Julia descubrió que se había vuelto una mujer escurridiza. Que ya no esperaba. Que ya no buscaba más que lucir su llavero orgullosa, cuando la acompañen a la puerta de su casa.

martes, 25 de agosto de 2009

Je t’Aime

Tal vez acá sentada termine la ficción, en la más triste realidad de todas, donde abundan los desencuentros y las tristes melodías. Los encuentros, las oportunidades, la sincronización de estadios personales para dejar la unicidad. La sinceridad, los secretos confesos, palabras que quieren escupirse, y dan miedo. El vértigo, las ganas de caer, en el mismo precipicio en el que se siente volar, intenso. Esperar que valgan la pena las historias que pasaron, el estar a la espera de un sacudón. Todo aquello que dejamos ir, lo que no vuelve, lo que no llega, te anuda el corazón. Sentir, llorar, gritar, escribir, tal vez eso desanude por un rato la angustia impotente, que cada vez más quiere ser invisible. Y las luces de la ciudad, que titilan y encandilan, gustosas de ser quienes iluminen miradas que choquen y perduren, un día.-

martes, 18 de agosto de 2009

El silencio en la calma

Dame una porción de tu cielo
Una arteria de tu corazón
Anestesiame
No voy a prestarle atención a la soledad
Tan sólo un libro agarrotado de compañía en la voz
Seguro quieras arrancártelo todo.



Sobrevolar la ciudad y mirarla con otros ojos. Sentir cómo vuelve aquello que causaste olvidadiza, mientras tus manos siguen desconstructivas. Asumir que no existe el momento constante, que sos más efímera que nunca. Que el grito es en el llanto, lo que el silencio en la calma. Y soñás todavía, sí. Pero no querés los sueños que te tocan.

Tal vez quieras oler mi perfume, o abrazarme un poco cuando un llanto sin argumento se quiera apoderar de mí. Tal vez puedas darme la mano las tardes en las que no quiera cruzar la calle sola, o escuchar mis incongruencias por un rato nomás. Aunque soy yo quien debe quedarse alguna vez. Encontrar mi punto de anclaje. Alojarme, sin equipaje que me invite a huir.

lunes, 10 de agosto de 2009

Inercia abandónica

Por qué a veces seguimos sólo por inercia, cuando ya sabemos que no vamos a llegar.

Por qué a veces seguimos, aún cuando ya no podemos ni queremos, tan sólo para no traicionarnos y no nos damos cuenta que más traicionero es hacer por llegar, pero sin sentir.

miércoles, 5 de agosto de 2009

La tierra no es para ángeles

Sus ojos eran iguales a los de aquella mujer. Sus gestos. Sobre todo al llorar. Era posible percibir cómo el pecho colorado se les comprimía de angustia, de impotencia, por no poder modificar las actitudes de los suyos. La primera mujer era un ángel. El temor, es que la segunda también lo sea. ¿Y la tercera que ha nacido?

miércoles, 22 de julio de 2009

Despabílate, Sabrina

Hace 24 años le eligieron un nombre que signifique “princesa”, y eso le dio sentido a todo el resto.

Sabrina siempre se refugia en sus letras, buscando algún sol valiente que le queme la piel, que la ayude a espantar oscuridades de sobreviviente. Sabe que sólo otro enjambre podrá anudarla a la tierra, haciéndola superar la unidad que ha formado con su propia materia. Creció sin darse cuenta, aunque siempre le dolió alejarse de su infancia. Los años le trajeron exigencias, puro remolino de ideas, un avatar en la mente. Lleva una sensibilidad que muchos no comprenden, o por sombríos no llegan a ver. Y, a veces, hasta ella quiere despojársela. Olvidó los consuelos tontos y, ahora, necesita un nuevo despertar, para seguir soñando sin distorsionar realidades. Para inmunizarse por completo de este mundito, siniestro y efímero, cambiante, por elección, por empuje. El despertar ya está instaurado en su mente, en sus letras, y ahora sólo piensa en hacerlo despabilar.

Sabrina sintió las convulsiones dentro, cómo se morían en ella, en un desarme de gratitud y regodeo. Volviendo a sí misma, que no era más que aquella sin pudor, ahora calma. El vértigo que busca la cumbre, volvería por su cuerpo al día siguiente. Entonces, vio la lluvia en el vidrio, en gotas, en surcos, como líneas delgadas, como átomos explotados. Miró por ese vidrio y no había nada más del otro lado, sólo el movimiento de cómo garuaba, un recorte exquisito del resto de la perspectiva.

Otro Julio invernal la encuentra casi fría, descorazonada, aunque aún conserva el calor típico de su alma, volátil como su espíritu. Apacible, como pocas veces. Para ya no contar más los cumpleaños que se acercan. Para seguir transitando, sin percibir al calendario desarmarse, pudiendo amar y olvidar en un sólo paso. Sin la necesidad de nada más que su propio peso y levedad.

Sabrina despierta una mañana, y percibe cuántos colores se han mezclado, cuántas almas no volvieron y cuántas otras nunca se fueron. Despierta una mañana, y siente que el viento ya no es el mismo, ni el fulgor de sus ojos color miel, ni siquiera el rubor de las mejillas, ni sus labios gruesos al amanecer.

viernes, 10 de julio de 2009

Color blanco imposible

Hoy tan cansada de la rutina, de las preocupaciones reales e inventadas. Tan cansada de provocar problemas a causa de mis pensamientos escurridizos e incesantes (rebuscados), he tomado una gran decisión inédita: Dejar de pensar. Pensar en nada. Y yo, la más imposibilitada de todas para blanquear mi mente por un rato, voy a lograrlo. Seguiré los pasos precisos hasta conseguir lo que ya ha dejado de ser imposible.

El primer paso será vaciar mi habitación, hasta de mi hermano enfermo de anginas. No deben quedar rastros, ni recuerdos. La pintaré de blanco, toda, incluso el suelo.

Próximo paso, tomaré una ducha y, por cada gota que caiga, un pensamiento se me irá por la rejilla. Al terminar, recolectaré todos los rollos de papel higiénico que encuentre. Me enrollaré todo el cuerpo, cual momia en el antiguo Egipto, pero manteniendo cierta movilidad.

Por último, vuelvo a mi habitación, abro la ventana y me desparramo por el piso hasta camuflarme con sus paredes, hasta ser las dos tan inexistentes, vacías y blancas como insulsas palomas en una plaza abandonada.

Todo está listo y se siente encantador. Trato de recordar algo, pero no quedan recuerdos en mí. Sólo creo escuchar una voz llamándome por un nombre que no logro distinguir. No pienso nada. No soy nada. Sólo un cuerpo exagerado de sentidos, levitando, saliendo por la ventana, comenzando a contemplar: árboles verdes claros, frutos rojos brillantes, margaritas amarillas, el cielo tan celeste y mi mente… Blanca. Blanca por un rato.

domingo, 28 de junio de 2009

Indicaciones sobre las pasiones (Y los estados de naturaleza)

Jamás hay que reencarnar fantasmas en la imaginación. En el caso de que ya los hubiere, es mejor no querer esconderlos debajo de ninguna alfombra, ni colchón. No hay que pisotear las pasiones viejas queriendo apagarlas. Sino, que es conveniente, no prestarles atención, dejando que se esfumen los fantasmas y así se terminen consumiendo solitas. En ningún caso, debemos encender la mecha de la tentación por la prohibición. De no seguir estas indicaciones, la pesadilla más temida puede hacerse realidad, reavivándose con más fuerza el fuego de aquella pasión, a penas lo hemos perdido de vista. Porque una mujer no puede romper con ningún estado de naturaleza, por más contrato social que quiera imponer. ¿Y un hombre? Tampoco.

jueves, 18 de junio de 2009

You were here

Una noche noctámbula, donde la verdadera piel se esconde bajo las frazadas. Es de adivinar que no voy a encontrar tus orejas en mi almohada. Una habitación en la que intento acurrucarme como si aún estuvieras aquí, mientras pienso ojalá tus labios ya no besen frio al pensarme. Tan difícil es dormir donde despertamos amaneceres. Me pregunto dónde ha quedado: el hombre enamorado del sol, esa esencia fresca que necesitaba nuevas libertades, la fruta en la que puedo saborearte, tu sueño joven, el camino bifurcado. Dónde te has ido con tu carita de corazón novato. La belleza que no tiene precedentes, viene con la inteligencia en sus entrañas. Y soy una vágatela que antes fue pasión, impulso, deslumbramiento. Fue sueño, como cada día en los que vivimos en un jadeo de placer incesante. Voy a seguir errante en este mundo resignado, y sin echar la vista atrás.

viernes, 5 de junio de 2009

Universo abstracto



“Gracias por perfumar con emociones,
los sueños de una noche de verano.”

Joaquín Sabina


Ya sé que estoy perdida en esta nube repentina de olvido absoluto, donde el aire es denso y aprieta mis partículas. Ahora que es urgente salvar el alma, no tomar impulso para la caída libre. Sé que soy un puñado de acciones hiperactivas, sin quitar la vista y la concentración del aquí y ahora. Sigo perdida, en mi nueva galaxia. Mecanismo sistemático de evadir pensamientos volátiles, independientes de la conciencia. Sorprendida por el dominio de la razón por sobre el espíritu, tal vez aprendiendo de vos. Comprender que no te fuiste del mundo, que sigues merodeando resplandeciente aunque ya no me llegue la luminiscencia. Puedo esbozar sonrisas, libres de certezas, que ya no saben ni qué deseo, ni quién soy. Sólo sonríen para romper con todo estado de ánimo prefijado. Y a veces vuelve la pena, con un aroma dulce, y lo perfuma todo como si hubiera sido un sueño extraordinario que, ahora despierta, se ha vuelto conformismo nostálgico.

martes, 19 de mayo de 2009

El patio del fondo



No es que sea un chaparrón en la ventana, o un día gris. No es que sea un té incoloro, un café sin sabor. No es que sea un sauce llorón, o una mujer sin amor. No es que sea una puerta que nadie tocó, un hombro donde nadie lloró. No es que sea una alienada de la normalidad, una mente fuera de contexto. No es que sea una lágrima salada, una bomba por explotar.

A veces conocemos las historias que se están por contar, y las terminamos contando de tanto que creemos conocerlas. A veces creemos que podemos inventar carrozas, donde sólo hay calabazas dulces (y eso no es poca cosa). Cada vez que ese teléfono en desuso suena, deja un absurdo por imaginar.

Es que hay cansancio de no ser y un sello en tu alma. Hay una rosa roja que no quiere marchitarse, y algunos soplos profundos que quedan por soltar. Es que hay un patio en el fondo al que debemos llegar, una hamaca para lanzarse a volar. Es que hay colores en tu boca que no quiero borrar, y una sonrisa para no olvidar. Es que hay una necesidad vertiginosa, de aniquilar excusas, de quedarse a gusto, de que tus brazos me vengan a levantar.

sábado, 2 de mayo de 2009

Una mujer patológica

Artimañas para un trato diferencial. Buscando con lupa alguna mentira. Una insatisfacción, que esconde una duda mal explicada. Mientras no es fácil cargar con una mente retorcida, con una boca que jamás calla. Sombras que aún persiguen, inventando historias invisibles. El deseo de que todo encaje en la medida de la imaginación, del deseo mismo. Y tanto mal enfoque, que puede arruinar la visión. Buscar la salida de la encrucijada construida, ya vieja. Fabricar dolor de las entrañas de la alegría. Seguir exprimiendo el corazón, amordazándolo de a ratos, dejándolo ser otro poco. Las mañanas que anudan los labios, que mascullan los temores nocturnos, con los pies sin posibilidad de firmeza. La negación de la realidad, la mirada tirada por el piso. La ciudad a oscuras, los ojos incoloros. Y una mujer patológica para olvidar.

martes, 21 de abril de 2009

Jacarandá


Tal vez querías volver a tu soledad, a ese estado en el que sólo sueñas, sin límites. Porque sabes que tus sueños son insuperables, y a vos que nada te alcanza… La costumbre siempre te espera cómoda en un sillón, para no ser percibida. Pero te engaña y ahí está.

Canalizas el amor con tus manos. Pero no das cuenta que tu vida es otra. No tiene que ver con ese bocetito de cuaderno rosa. Ni con la apariencia de sujeto determinado. ¿Cuándo no apoyaste tus pies? ¿Quién te quiere así de frágil? ¿Y tan irreal? Sé que no mientes cuando dices que te es sumamente difícil no borronear tus escritos.

Es que somos conciencias efímeras, que padecemos, sufrimos, sentimos… Y que un día seremos viento de madrugada, escalofriante.

Si fuera drástico, no sería real.

jueves, 26 de marzo de 2009

Amor rojo (Corazón Sui-Generis)


En este instante preciso:

Es tiempo de mirarnos a los ojos, de escindirme el corazón para regalártelo todo. Vuelvo con el cuerpo blando, la primavera nunca termina. Los prejuicios caducaron, sueño cada noche con lo hermoso de caminar juntos, tomándonos por la cintura. Te sujeto fuerte la mano pero sin apretarte, abro mis brazos para ti. Te escucho mejor, ya entendí que no importa el tiempo, ni cuánto, no debe haber miedo que me opaque. En este instante preciso quiero compartirte algún ocaso dorado y gris.

Pasa que las 22.07 es mi hora. ¿Crees en la permanencia que transita transversal al tiempo? La permanencia de los afectos implica que aunque no los veamos, siguen allí, no desaparecen. (Algunas veces olvidé el concepto).

¿Será éste sueño noctámbulo el amor? Como si ha sido inventado de nuevo. De a ratos vuelto insatisfecho. De a ratos colmándonos las manos de flores, los pies de algodón, las bocas de chocolates, las mentes de revolución, los ojos de cartón. Y el corazón, ese órgano ya sui-generis, ya ni siquiera órgano sino metáfora, relleno de frambuesas rojas brillantes, como los labios que ya no besarás.

Rellename los huequitos en el alma que me dejan las siestas, las tardes de domingo, algunos vientitos nocturnos. (Por favor)

domingo, 15 de marzo de 2009

Visitas a una niña mala

Pasaba que a veces volvía a visitarla, para que se sintiera horrible, triste y enojada. Era la maldición en sus pies, en cada paso que andaba. Se volvía una tipa realmente indeseable. Presa del amor vuelto en contra, con los centímetros contados hacia el precipicio creado. La voracidad en su mente, le angustiaba la garganta, anudándola. Inventos y fábulas para no soñar, laberintos de locura y oscuridad. Pesadillas como realidades temerosas, que la hacían saltar de la cama a la silla. Y no podía vivir con esas piedras en el cuerpo, con ese agujero en el estomago. Desbordaba de lágrimas nuevas, y era la única culpable. Se imaginaba los castigos por comportarse como una niña mala, con quienes no lo merecían. No quería perder otra vez, pero siempre jugaba a hacerlo. Y entonces pasaba que a veces volvía a visitarla, para que se sintiera horrible, triste y enojada.

domingo, 1 de marzo de 2009

Noctambuloides

Va a quitarse las zapatillas para leerlo mejor. Va a desempolvar aquel tul blanco para que no envejezca, para que luzca igual que cuando soñaba a su medida. El amor le abre los oídos. Va a llenarse los pulmones de ese aire fresco, a hacer volar mariposas en cada hueco de la panza que le duela. El amor la dibuja clara y nueva. La distancia le agujerea el pecho, lo extraña con todos sus sentidos estimulados. Se siente liviana, como si pudiera levitar hasta llegar al cielo de sus ojos. El amor le infla su volatilidad cotidiana. Nunca supo dejar de soñar, menos aún cuando la noche palidece y ella continua sin lograr conciliar el sueño. Y la habitación es una eterna vigilia. Y necesita sus brazos, su pecho, para adormilarse. Y siente que si sus manos la tocaran, le quemarían la piel. Tan sólo es el amor, que la vuelve noctámbula e idiota.

jueves, 19 de febrero de 2009

Felicidades


Siempre había días en los que no quería volver ahí. Pero volvía, indefectiblemente volvía. Intentaba de todas formas contener mis impulsos, detener mis infinitos pensamientos, someter la costumbre al cambio. Porque no hay cosa más horrible que correr hacia un sitio oscuro fuera de sí, fuera de mí, sabiendo las consecuencias, ignorándolas.

Ese día, una vez más, no quería volver ahí. Pero volví, caminando sigilosa, sabiendo que algo podía ocurrirme, con un poco de esperanza de que ésta vez no. No me alerté, “el que tanto busca, encuentra”. Y una vez que sucede, una vez que ingreso y encuentro, el retorno es casi imposible.

Comenzaron a sonar los magitiurnos, como llamo a esas melodías, y la escena se volvió confusa. Quise sentarme, siempre lo hago cuando encuentro un lugar, pero me levanté sobresaltada cuando los lavarropas que estaban debajo de mí, y no los advertí antes, se encendieron. Corrí a la otra sala, donde me entregaron la gran maqueta de cuero ya terminada. Algunos me esperaban fuera, pero no podía salir, no era fácil. En ese mismo lugar, a unos metros de distancia, un gato me acechaba. En sus facciones veía el deseo de morderme, de arañarme, de lastimarme. Pude huir de él.

Una vez lejos del gato verde, animal que detesto, pude reflexionar. Pude reaccionar en medio del aire endemoniado, a pesar del deseo cumplido, que ya tal vez había perdido trascendencia de tanto haberlo provocado. Pensé que a veces la soledad pasa a representarse por la calma, y la compañía por la desesperancia. Sin cordura todo era tan efímero, como un soplo de aire cálido en ese zaguán falto de oxígeno. Estaba tan amarrada a esos dolorcitos en el alma, injustificados, urgentes.

Todo giraba hace tanto rato, que no podía pensar en frenarlo de repente. Las despedidas me carcomían la mente, aunque aprendí del silencio, del estar conmigo misma. Cerré los ojos, respiré profundo, y cuando los abrí… ya estaba fuera. “Felicidades Señora, bienvenida al mundo ¿real?”.

Y ahí me encontraba, en una de esas tardes que tiene Febrero, que siempre nos quita días de sol. El cielo era del mismo color, no había aire sin huida, ni más amor sin vuelta. Aún así tomaste mi mano, percibiendo por dónde había estado vagando. Y nos fuimos, cruzando la avenida, dejando al mar de fondo, a buscar nuestro sol. (Para que al menos ese, nadie pueda quitarlo.)

sábado, 31 de enero de 2009

Objetivación a la distancia


Hoy desperté con el arte erizándome las puntas del cabello, doradas, rojizas. Soñé todas las vidas posibles, y no me alcanzó. ¿Cuántos signos de rebeldía conservas hoy?

No es un monstruo la soledad, cuando es bien encontrada. Es tan tonto tener miedo, cuando aún te siento en el aire. (Y nos hacemos tan fuertes…)

En la playa aplauden porque me perdiste. A los ahogados en ilusiones se les gasta la voz en cada siesta. Siendo imperioso el esfuerzo, cada palabra duele en lo más profundo de sus gargantas. Y las oraciones que no llegan a oírse bien, hacen una explosión camuflada en olas. (No estés triste por el mar, si nunca valí tu pena.)

Existe un instante, que aún no es. Imaginarlo. Desearlo hasta agotar todos los deseos. Esperarlo atemporalmente. Cerrar los ojos y sentir cómo se siente. Abrir el alma a cosquillas infinitas, a infinitos instantes como el existente que aún no es, pero se imagina bien. Contraer los sentidos sutilmente, exprimirlos hasta liberarlos con ímpetu. Chasquear los dedos presurosos, cruzarlos, probando si sucede. Languidece el estomago, se agita el corazón y es un fragmento de tiempo igual al anterior, aunque indica que falta menos. Existe el instante, el tiro no puede salir por la culata, no esta vez. Sólo resta escabullirse en el encuentro, siendo que en la distancia nos objetivamos.

viernes, 9 de enero de 2009

X, equis

Fue la primavera que me estranguló entre tus dedos, masticando una excepción. Delicioso como sueño extravagante de noche de verano. Son las expresiones de tu rostro que no tienen desperdicio. Rozo tu alma en la humedad y puedo estallar extraviada en tu belleza, en tus sueños. La textura de la caricia, cuando no hay nada más bello que verte dormir. En medio del exilio de las almas, hacia planetas de rosas de algodón. Perdida en la media luna de tu sonrisa, nos encuentro exquisitos. Expuesta a una perdición purificadora. Ese río no va a oxidarme las alas. Un remolino extraordinario en la panza. Me vuelvo extraterrestre. Así estoy yo contigo: hasta la equis.